Abogada
Abogada

Fue una imposición paterna. Mi padre era abogado y decidió que estudiara Derecho. Al final, no resultó ser una mala elección (risas).
Fundamentalmente en entrevistarme con personas, estudiar casos y plantear soluciones para cada uno de ellos y, cuando nos señalan la vista, acudir al Juzgado.
Comencé a trabajar con mi padre y más tarde me monté por mi cuenta con el que era mi marido.
"Es una profesión rentable. No es gratis, pues debes dedicarle mucho tiempo, pero creo que es de los oficios mejor pagados".
Cuando me separé, monté este nuevo despacho. Es muy normal en esta profesión montarte por tu cuenta.
Seguir trabajando y hacerlo lo mejor posible.
Es una profesión rentable. No es gratis, pues debes dedicarle mucho tiempo, pero creo que es de los oficios mejor pagados. Alguien que ha realizado una pasantía y consigue trabajo en un despacho pequeño suele comenzar con unos 20.000€ brutos.
Desde luego lo que se necesita es fluidez verbal. No hay que ser ni muy guapo, ni muy feo, pero sí resultar agradable. También debes saber desenvolverte en un medio hostil y tener cierta agilidad mental. Los clientes vienen con una preocupación y tienes que saber transmitirles calma y la seguridad de que tú le puedes ayudar.
Quitando la cuestión monetaria que también influye, la satisfacción de contribuir a que alguien consiga su ración de justicia. A veces eso es también lo que más me asusta, cuando no lo consigues.
Cuando tienes la conciencia íntima de que tu cliente lleva la razón y el juicio no sale a su favor.
Las películas han hecho mucho daño. “Algunos hombres buenos” no tiene que ver con el Derecho que nosotros ejercemos y “Testigo de cargo”, tampoco. No es nada romántico ser abogado. Somos personas normales y corrientes, y romanticismo, el justo.
Me hubiera gustado saber más inglés.
Pensar primero en la persona que tienes enfrente y luego en él.
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