24 de agosto marca el calendario en el momento en el que empiezo a escribir esto. Es más que obvio que el momento de dejar las vacaciones se acerca más y más, conforme pasan los días. La mudanza se acerca y el día que me tocará volver a la vida universitaria está cada vez más próximo.
¿Me da miedo? No voy a negarlo: estoy un tanto acojonado. Este va a ser el primer año que viva sólo (aunque comparta piso con dos compañeros/amigos de clase) y voy a tener que hacer cosas de las que hasta ahora no me he encargado. La más obvia: cocinar. Aunque no voy a pasar hambre, no soy manco a los fogones.
¿Limpiar? ¿Estudiar? ¿Seguir colaborando en Genbeta (que me supone un sobresueldo bastante interesante y además me entretiene)? Todo va a ser posible aun con los días durando 24 horas (y sin giratiempo ni TARDIS de por medio: no podría volver atrás en mi propia línea temporal), solo voy a necesitar mucha organización. La técnica Pomodoro, el tan-de-moda Getting Things Done y una bonita agenda que [espero] me darán al echar la matrícula van a estar muy a mi lado. Y si no al menos lo estará el móvil, que también me sirve de agenda, qué narices.
Lo que está más que claro es que esto es todo un desafío para un chavalín de 19 años que va a comenzar su tercer año de universidad. Os mantendré informados. A los dos que me leéis.
