Aunque quiero pensar que en general vamos mejorando como sociedad y como personas, a veces soy testigo de insultos flagrantes a la inteligencia. Como el del revuelo que se ha generado alrededor de las hamburguesas XXL de Burger King. Así, bien mirado es un solemne chorrada, sobre todo cuando se muestra como una mera anécdota sazonada con una pizca de polémica por aquí y de crítica por allá.
En el fondo pienso que estamos ante un caso más de desprecio hacia la educación. De mal uso de unos recursos que en principio deberían servir para enseñar los fundamentos básicos de convivencia y las reglas para jugar a ser Seres Humanos en el seno de la Cultura Occidental. Los recursos educativos, bien empleados, deberían enseñar entre otras muchas normas, las pautas para llevar una vida esencialmente saludable. E inculcar el criterio "sano o no sano" en la base misma del comportamiento de todos. Una vez inclulcado este criterio, la elección entre llevar una vida sana o no recaería en los indivíduos que serían capaces de elegir de forma consciente y responsable unos hábitos determinados. O simplemente sopesar las consecuencias de, digamos, zamparse una hamburguesa XXL de cuando en cuando. Junto con los sabores tradicionales (dulce, salado, amargo...) se dispondría del sabor "sano". Un sabor cultural más que sensorial, pero igual de fuerte y capaz de influir en la aceptación o el rechazo de una comida o alimento.
Si se dispusiese de ese "conocimiento" sobre la salud, ninguna ministra tendría que perder el tiempo con medidas tan precarias como la de recomendar la retirada de un anuncio. La propia educación de los españoles tendría que ser suficiente como para permitirles decidir y saber si una hamburguesa XXL con determinados ingredientes es sana o no. Y conocer los efectos que puede provocar. Y para muchos, aún conocedores de esos ingredientes, comer una hamburguesa como esta en un momento dado puede no suponer un agravio serio para la salud. La educación es el mejor antídoto contra la publicidad engañosa, sin duda. O contra publicidad potencialmente peligrosa si "ataca" los vacíos de conocimiento de la población. Una buena educación debe proporcionar el conocimiento y la capacidad de razonamiento lógico suficientes como para "blindarse" frente a los mensajes publicitarios para quedarse sólo con la información relevante y al mismo tiempo desarrollar nuestro sexto sentido que no es otro sino el sentido común, aunque a veces parezca que más que común es sólo patrimonio de unos pocos. Un sentido que al igual que ese hipotético sabor "sano" es un sentido cultural más que biológico que tendría que ser potenciado durante toda la vida pero con más dedicación en los años de formación en la escuela, la universidad, la formación profesional o la formación autodidacta...
Y bueno, blindarse como decía no sólo ante la publicidad...sino cualquier tipo de influencia que nos mueva a comportarnos de un modo que no comprendemos o con el que no nos sentimos plenamente identificados.. Pero bueno, sería un tema muy largo. De momento me quedo con el velado desprecio que la Ministra ha mostrado hacia el sistema educativo en España, asumiendo una competencia que en principio corresponde a los educadores y a las instituciones que durante muchos años tienen la responsabilidad de formar a los individuos para que tengan la autonomía y la capacidad de elegir con libertad. Y ojo, la libertad entendida como el conocimiento de las opciones y las posibilidades entre las cuales debemos elegir en un momento dado. Y no la libertad entendida como un mero concepto estadístico más parecido al azar que a la elección consciente.