Reflexiones de preuniversitaria

Dentro de unos días comenzaré el que será mi curso más importante en el instituto. Y sigo sin saber qué hacer cuando lo acabe. Nunca lo he sabido, y supongo que tampoco lo sabré después de unas cuantas y manidas charlas sobre orientación, si es que nos las dan este año.

 Al menos sé lo que no quiero, y eso ya es algo: no quiero estudiar algo que no me apasione, ni una de esas carreras rentables que muchos cursan por dinero, ni ir a la universidad para formarme para un trabajo. Odio que mis padres me digan, en un tono de sugerencia sospechosamente persuasivo, “oye, hija,¿tú por qué no estudias para notaria, con el sueldazo que se gana?¿y ser controladora aérea, ¿no te gustaría, bonita?” ¡Que nooooo! Que iré para aprender muchísimo sobre cosas que me gusten, para formarme a mí misma: eso sí que lo tengo claro.

Supongo que dentro de un año toda mi vida habrá cambiado, y esto que escribo ahora será como cuando lees la reseña de un libro antes y después de haberlo leído. Pero esa incertidumbre sobre el futuro me gusta: si no, sería tan aburrido como leer un libro del que ya conoces su final.

 En fin, que noto que me hago mayor, y mis dudas también. Pero por suerte, todavía me queda un largo curso para decidir qué hacer con mi vida. No, en realidad me queda toda mi vida para decidir qué hacer con ella.  

A los que estáis como yo, este año, ¡el foro sobre selectividad es nuestro!¡a llenarlo de dudas!