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Dejar de estudiar tras 7 años de fracasos

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Maxer
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se unió: 15/02/2022

Hola me llamo Max y mi intención era contar mi historia de manera un poco extensa con la intención de recibir algún consejo ya que creo que mi caso es algo particular. 

Para empezar por algún lado diré que siempre he sido una persona con tendencia a la dejadez y de conducta algo disoluta, o por lo menos esa idea es la idea que se ha plantado en mi mente a día de hoy. Desde niño he detestado la escuela, imagino que como la mayoría de niños. Al aproximarse los meses de verano siempre tenía un nudo en la garganta (como el que tengo ahora) al presentar mis notas a mis padres. Nunca fui un estudiante desastroso, pero los cursos se sucedían sin pena ni gloria con resultados mediocres que producian un gran descontento en mi madre. La naturaleza irascible de mi madre, quien me quiere con desesperación (no nos equivoquemos) y sus siempre grandísimas esperanzas en mis capacidades cognitivas producian en mí un terror absoluto que creo que con el tiempo he identificado al propio hecho de estudiar, cosa que tampoco hacía muy a menudo. Desde siempre mi tiempo lo he volcado en la fantasía, tanto en escribir historias, dibujarlas o filmarlas y a día de hoy es lo que aún pasa por mi cabeza cuando paso por ese proceso de sentarme ante un libro o una pantalla para hacer algo por deber. 

 

Al terminar Bachillerato, una experiencia que aún recuerdo con verdadero estrés y tristeza no sólo por motivos académicos, mi madre pensó que debía ingresar en una carrera universitaria que tuviera cierto prestigio y seriedad, así que me matriculó, tras un verano en el que yo no demostré interés alguno en cursar ningunos estudios, en una Ingeniería de nombre inpronunciable. Creo que no hace falta decir que fue un verdadero desastre, si bien no todo fue malo ya que me desenvolví felizmente en sociedad lejos de casa, no con los estudiantes de la carrera en los que pronto desperté cierta suspicacia y desprecio hacia mí, pero sí con mis compañeros de residencia.  El verdadero fracaso a este punto fue eludir la verdad en el momento de explicar la situación a mi familia, no les presenté nunca las notas objetivas ya que no aprobé absolútamente ninguna asignatura y durante todo el curso lectivo les estuve explicando que, a pesar de las dificultades, estaba seguro de que lograría aprobar. Presa del pánico, otra vez bajo el abrasador sol de julio, me vi en la situación de haber sido expulsado de la carrera y en la necesidad de una coartada. Uno de mis mejores amigos en la residencia era estudiante de arquitectura y compaginaba un consumo habitual de marihuana con el paralés y los planos de autocad así que decidí recurrir a un cambio de carrera por insatisfacción, de esos que son tan comunes el primer año. 

Comencé la carrera de Arquitectura con verdadero entusiasmo, pero mis tendencias y el hábito adquirido de fumar porros acabaron por afectar a mis resultados académicos, aunque en este caso había hecho cierta amistad con algunos profesores y alumnos que me consideraban un estudiante prometedor, aunque poco esforzado e inconstante. Ese mismo año me eché novia lo que suponía un aliciente mayor para continuar mis estudios. Mis resultados no fueron tan desastrosos pero no fueron en absoluto buenos y volví a mentir, esta vez también a mi novia. Estuve cuatro años en esa carrera en los que cada vez me distanciaba más de la gente, hasta llegar al aislamiento, en los que cada vez consumía más alcohol y marihuana y en los que las asignaturas se me enquistaban cada vez más. Cada uno de esos veranos fue más infernal que el anterior; el estrés y la ansidead se sentían como un silencioso cáncer que me consumía las entrañas de a pocos. Como las matrículas eran cada vez más caras cada vez me matriculaba de menos asignaturas y el último año tuve que mentir sobre el importe y el último pago no llegó a realizarse. Siempre he tenido una habilidad -bastante aterradora llegados a este punto- de evadirme de la realidad y poner una sonrisa, incluso en esos momentos, en los que pensaba en el suicidio cada pocos días. Los últimos meses del cuarto año de arquitectura los dediqué a encontrar un trabajo y un lugar de residencia, establecerme en esa ciudad con la promesa de pagarme en un futuro los estudios, así podría redimir mis pecados por así decirlo. Encontré el empleo y el piso. Envié un mail a mi padre explicando todo lo sucedido de manera sucinta pero sin dejar pasar los detalles más desagradables y aguardé la llamada hecho una pelota en el plato de la ducha de mi habitación. Las únicas palabras fueron "vuelve a casa ahora". 

De vuelta en casa el ambiente fue bastante tenso, mi madre siempre había tenido el pálpito de que algo no iba bien y eso, creo, hizo estragos en su salud mental pero creo que fue para ella un verdadero alivio que las piezas encajaran finalmente. A la cuestión de qué era lo que quería hacer respondí que director de cine, cosa que me resultó complicado de expresar; era una cuestión que había flotado siempre en el ambiente y siempre se había desdeñado esta idea por la improbabilidad de un futuro exitoso por esas vías. En mi casa se había instalado la idea de que para vivir había que tener un título universitario, aunque ni mi padre ni mi madre tuvieron uno cuando empezaron su carrera laboral y han logrado notables éxitos. Mi madre con cuarenta años se sacó una doble titulación de sociología y ciencias políticas por la UNED mientras trabajaba y cuidaba de nosotros, pero este hecho a tenido una influencia nula en su dia a dia, si bien podría decirse que fue una experiencia traumática a la que decidió someterse para, supongo, probarse algo a sí misma. En fin, se decidió que yo debía empezar otra carrera universitaria, esta vez Historia del Arte, una labor aparentemente asequible dado que venía yo de unos estudios técnicos. También resulta algo irónico pensar que mi madre en su juventud siguió un patrón similar; primero medicina, luego arquitectura y finalmente historia del arte, la que abandonó a la edad de 22 años para convertirse en una azafata claustrofóbica con miedo a volar. Perdonadme el inciso cómico. 

Creo que ya se puede hacer uno una idea de por dónde va esta historia. Empecé los estudios y tuve un primer semestre casi brillante, probablemente la mejor labor académica de mi vida -y mi vida ha consistido siempre en labores académicas- me gané el respeto y el aprecio de mis profesores y compañeros, y me sentía motivado, más que por la propia carrera por las relaciones sociales que estaba desarollando ¡Esta vez dentro del recinto del campus! Por primera vez en mucho tiempo no me ví en la necesidad de mentirle a nadie. Entonces llegó Marzo de 2019 y nos confinaron a todos y todos mis hábitos del pasado se volvieron a despertar. Supendí cuatro de las cinco asignaturas. Es curioso como una madre puede confiar tanto en lo que le dice un hijo al tiempo que sospecha de cada uno de sus actos, más aún en mi caso. Dije que había suspendido una y esto ya supuso un verdadero drama familiar. Ahora estoy en mi tercer año en la carrera y sigo atascado en dos de esas cuatro asignaturas que suspendí, además de un primer semestre de segundo casi entero que estoy a punto de catear. He vuelto a distanciarme de mis compañeros, tanto que algunos, imagino que por vergüenza agena, me han bloqueado en redes. He vuelto a tener una relación que estoy enviando a la mierda. Vuelvo a tener ideas suicidas y ataques de ansiedad que aplaco con ejercicio físico y entretenimientos vacuos; a estas alturas ya tengo una costra psicológica que me permite llevar una apariencia de total normalidad o incluso felicidad mientras estas ideas rondan por mi cabeza. Para más inri mi madre en los últimos meses ha desarrollado un trastorno obsesivo por el bienestar de sus hijos -tengo un hermano menor- que le genera un estado ansioso constante y eventuales ataques de pánico, dedica el día a animarnos a mí y a mi hermano con los estudios, además de tratar de controlar cada movimiento que hacemos fuera de casa. Parece que me lo estoy inventando y ojalá fuera así porque entonces sería un gran escritor. 

Me doy cuenta este quizás no es el lugar para expresar esto, pero quizás lo hago aquí porque la universidad y la vida académica en general están siendo para mí una experiencia infernal sin fin. A veces saco fuerzas morales, como siempre para solventar lo insolventable. No es que deteste los libros, ni los conocimientos pero detesto que mi vida se haya convertido en un incesante no estar atendiendo a mis deberes, en una constante huida hacia adelante que va a acabar por encerrarme en un callejón sin salida. Me siento como un absoluto fracasado y como una terrible persona. Sigo siendo un niño que le cuesta tragar saliva cuando llegan las vacaciones, pero ya no soy un niño. 

He vuelto a buscar ofertas de empleo, he mirado academias de oposiciones para sacarme un puesto de auxiliar o algo por el estilo con el mismo pretexto de siempre, tratar de resarcir el daño y continuar huyendo de casa, pero creo sinceramente que el sitio en el que me sentiría más a gusto es la cárcel. La idea de aislarme en un cubículo de hormigón forjado lejos de la vida me seduce, porque lo que hacen los cobardes después de huir es esconderse. 

Comentarios

Kini
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se unió: 10/08/2016

Hola Maxer,

Gracias por abrirte y contar cómo te sientes. 

Esto que crees que es una situación muy particular, le ocurre con frecuencia a muchos más estudiantes de lo que te imaginas.

El fracaso universitario se vive con tristeza y desesperanza. 

Muchas veces con un mal sabor de boca y ansiedad y si no lo frenas pueden venir esos pensamientos suicidas en los que siempre hay que pedir ayuda profesional. 

Te dejo el teléfono de la esperanza: 717 003 717 que atiende a cualquier hora, de manera gratuita y anónima.

A veces seguimos un camino que nos hace creer que estamos en un callejón sin salida. Pero siempre se puede dar marcha atrás. Todo, absolutamente todo, tiene solución.

Quizás pienses que has perdido muchos años, pero la realidad es que eres muy joven y si tu madre pudo estudiar una carrera con hijos, qué no podrás hacer tú si encuentras una verdadera motivación.

No tiene que ser una carrera, puede ser un ciclo formativo de grado superior relacionado con un tema que te guste (arte, informática, lo que quieras), un curso o simplemente buscar un trabajo de cualquier cosa mientras aclaras tus ideas…

También podrías seguir con la carrera de Historia del Arte, pues no te va a costar ponerte al día si así tú lo quieres.

Hay numerosas opciones ante cualquier situación por mala que parezca, y multitud de caminos hacia la felicidad. 

Por lo bien que escribes, y tu capacidad de contar una historia y transmitir con tus palabras, se ve que eres una persona con muchas cualidades para tener éxito en la vida. ¡Seguro! 

Pero no decidas tus próximos pasos con prisas, ni por lo que quiere tu madre o tu padre, por miedo a lo que dirán los demás o por hacer algo porque sí. Pues en ese caso es probable que al poco tiempo puedas estar de nuevo arrepentido y te sientas en el mismo punto de partida.

Tómate unos días para descansar la mente, haz una consulta médica para que te puedan dar pautas contra la angustia tan enorme que sientes y trata de anclar en tu mente todas las cosas buenas que has conseguido hacer.

Te sentirás mejor si te cuentas a ti mismo una historia más amable sobre lo que te ha ocurrido. En el pasado quizás te dejaste llevar por lo que tus padres pensaban que era mejor para ti y tuviste miedo a explicarle lo que había pasado, entrando en una espiral de la que te ha costado salir

Dentro de tu historia personal, trata de buscar pequeños éxitos que te hagan sentirte mejor. Ya has dicho que todo no ha sido malo. Piensa en ello. Trata de enfocarte en lo bueno.

Hacer deporte como haces siempre ayuda y hablar con amigos o un profesor también te puede hacer sentir mejor.

Hay un ejercicio que hacen los coach que creo que también te podría ayudar…

Se trata de imaginarte que estás al lado de tu niño pequeño y hablarle. Decirle que tú has crecido y estás a su lado para cuidarle, que vas a ayudarle para que deje sentir ese nudo en la garganta y pueda disfrutar del próximo verano. ¡Nunca es tarde para intentarlo de nuevo y tú te comprometes a cuidarle!

Y hay otro ejercicio similar para cuando te sientes bloqueado y no sabes qué rumbo seguir. Se trata de imaginarte con 80 años…

Imagina que tienes 80 años y que te encuentras con el Maxer joven de hoy, ¿qué consejo le darías?

Maxer, aunque no vivimos en un país en guerra, la guerra interna que tenemos en nuestra mente puede hacer que la vida sea agotadora.

De corazón, te animo a que hagas los esfuerzos necesarios para sentirte mejor y busques ayuda. Cuando nos sentimos desbordados por una situación es lo mejor.

Y, por supuesto, aquí estamos para escucharte y echarte una mano.

Un gran abrazo,

 

Maxer
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se unió: 15/02/2022

Muchas gracias Kini, estoy hablando con parte de mi familia de esto, necesitaba escribirlo primero, sacarlo a la luz de algún modo. 

Tu mensaje me ha emocionado y me ha resultado de gran ayuda, me alegra ver que el mundo está lleno de comprensión, ahora me queda aún mucho trabajo por delante. 

Siento mucho haber generado preocupación. Gracias de nuevo. Borraré el post cuando hayas leído esto. 

Kini
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se unió: 10/08/2016

Hola Maxer,

Me alegra saber que estás hablando con tu familia. 

Sacar fuera lo que te quema por dentro es el primer paso para solucionar un problema.

La vida está llena de cosas buenas. Aunque a veces hay situaciones que nos desbordan y nos cuesta verlo. Por eso, es tan importante pedir ayuda y apoyarse en la gente que te quiere.

Naxer, si quieres borrar el post puedes hacerlo sin problema.

Pero quizás podrías dejarlo o reactualizarlo para si otra persona que esté pasando por la misma situación llega por aquí, le dé esperanza.

Un gran abrazo,