¿Doce mil euros? No, gracias

Imagina que recibes un premio de doce mil euros por resolver un problema matemático de un siglo de antigüedad. Y ahora imagina que lo rechazas. ¿Locura, extravagancia o excentricidad? Sea lo que sea, esta es la historia del matemático ruso Perelman.

En 1904 el matemático Poincaré enunció un problema acerca de la forma del universo. Casi un siglo más tarde, en 2002, el matemático ruso lo resolvió tras ocho años de trabajo. A pesar de las continuas verificaciones a las que se ha sometido la solución de Perelman, las mentes más privilegiadas no han conseguido encontrar ni un solo error.

Perelman ya era conocido entre los científicos por su genialidad. En 1982 ganó la medalla de oro en las Olimpiadas de Matemáticas, con tan sólo 16 años y con una puntuación impecable.

Un conejo y una pelota son lo mismo

En su solución al legendario problema matemático, Perelman trata de demostrar la forma del universo y busca la comprensión de la forma que éste puede tener, dentro de la geometría de los espacios multidimensionales. La hipótesis, aunque parezca mentira, sostiene que un conejo y una pelota son lo mismo. Ambos se pueden deformar y convertirse en un punto, es decir en una esfera, desde el punto de vista matemático. Algo incomprensible para la mayoría de los mortales.

El martes 22 de agosto se le concedió en Madrid el premio Fields, equivalente al Nobel de las matemáticas, pero tal y como todo apuntaba no acudió a recogerlo. El ruso ha rechazado ya varios premios de la comunidad científica. Parece ser que a Perelman, recluido en Rusia y perdido entre sus bosques, no le hacen falta para dedicarse a su nuevo hobbie: dar largos paseos y recoger setas.

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